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miércoles, 9 de junio de 2010

En el nombre del padre

En la actualidad, el apellido Forlán está indiscutiblemente ligado a Diego, el atacante sobre el cual centra Uruguay buena parte de sus aspiraciones en la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010. Sin embargo, más allá del Río de la Plata, pocos saben que Pablo, su padre, fue un lateral derecho que disputó dos fases finales en su época de futbolista, las de Inglaterra 1966 y Alemania 1974.
En el nombre del padre
A nivel clubes, en sus casi 20 años de carrera, Pablo Forlán se destacó sobre todo en Peñarol, donde ganó seis ligas nacionales, la Copa Libertadores (1966) y la Copa Intercontinental (1966), y en el Sao Paulo brasileño, camiseta con la obtuvo tres campeonatos paulistas en la década del ’70. Es así que, tanto por lazos afectivos como vocacionales, nadie mejor que él para hablar de Diego, uno de los aspirantes al título de máximo artillero en Sudáfrica. 
Sus primeros pasos“Ya desde los dos años andaba con una pelota en los pies y una paleta de ping-pong en las manos, y a medida que crecía uno veía que tenía condiciones para dos deportes, el fútbol y el tenis. Llegó un momento en el cual tuvo que decidir, y reconozco que, con ayuda de un amigo mío, influimos un poco para que eligiera ser futbolista. Pero jamás lo presioné y él, todavía hoy, me lo agradece”, dice en exclusiva a FIFA.com Forlán padre desde Ciudad del Cabo, donde aguarda el debut de Uruguay contra Francia.
Cuando Diego cumplió 17 años, Pablo debió hacer algo siempre difícil para un padre: dejar partir a un hijo. Pero esa decisión terminó siendo acertada, ya que Diego cruzó el Río de la Plata para probarse en el argentino Independiente, quedó y, al poco tiempo, debutó en Primera División. ¿Cuál fue el primer consejo que le dio? “Que siguiera con la vida ordenada fuera de la cancha. Sin eso, alguno que otro puede llegar, pero no mantenerse y mucho menos triunfar”.
“Lo otro que le dije fue se quedara siempre después del entrenamiento practicando cómo pegarle a la pelota”, agrega Pablo. “Porque él nació con una gran técnica, pero eso se pule con dedicación y un frontón enfrente. Y esa dedicación dio sus frutos. Cuando fue al Manchester, (Alex) Fergusson lo fue a buscar aeropuerto, lo paseó por la ciudad y lo llevó a conocer a Old Trafford. Casi al final de la tarde le preguntó: ‘Me queda una cosa pendiente por saber de ti, ¿eres zurdo o derecho?’, recuerda con una sonrisa. 
Ojos críticosLa capacidad de pegarle con las dos piernas es, para Forlán padre, una de las dos cualidades principales de su hijo. “La otra es la combinación de su velocidad con su explosión”. Sin embargo, supo notar que Diego se pasaba de revoluciones. “Llegaba tan rápido a posición de gol que la pelota le quedaba atrás y debía retroceder, con lo cual perdía un tiempo para acomodarse. Entonces, le sugería que desacelerara un poco”, aclara.
Cualquiera podría pensar que los ojos de un papá no son críticos. “Al contrario. Con él tengo el corazón a la derecha. Soy ex jugador, entrenador y un hombre que quiere a sus hijos, por lo cual siempre le digo la verdad. Cada vez que termina un partido, Diego me llama y primero le marco los errores. Los aciertos también, claro, pero los errores antes que nada. Como tenemos una gran relación, él lo toma bien”.
La entrevista va llegando a su fin. Pablo confiesa que Diego puede ser el máximo artillero del Mundial, pero sabe que para eso necesita que el equipo también responda. Lo que ve, asegura, tiene buen augurio: “Uruguay ha logrado mejorar la tenencia de la pelota y llegada por afuera, y eso es importante para Diego. Si está con las pilas prendidas, este grupo puede llegar lejos. Ojalá lo logren”.

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