Para ser apodado Loco, Sebastián Abreu parece demasiado cuerdo. Algunos podrían pensar lo contrario al ver cómo picó el balón en el remate decisivo de la tanda de penales con la que se definió el partido de cuartos de final ante Ghana. Una ejecución que, vale recordar, le dio a Uruguay el pasaje a las semifinales de una Copa Mundial de la FIFA por quinta vez en su historia, aunque la primera en 40 años.
Y pensar que la Celeste estuvo a punto de perderlo en el minuto 120, pero Asamoah Gyan desvió un penal que le hubiera dado a los suyos un lugar entre los cuatro mejores del mundo... ¿Tuvo Uruguay la suerte del campeón? “Es cierto, el travesaño nos jugó a favor, pero no creo en la suerte. Es injusto catalogar así a un proyecto que arrancó en marzo de 2006 con mucho sacrificio y humildad, intentando que Uruguay vuelva a ser protagonista… Fuimos semifinalistas de la Copa América (2007), clasificamos a un mundial Sub-17, a uno Sub-20, a uno de mayores… Entonces, si se hace un análisis profundo, no hay lugar para a la suerte en esta historia”, afirma Abreu en exclusiva a FIFA.com varios minutos después del encuentro.
Para el delantero de 33 años, los penales tampoco tienen que ver con la fortuna. “En este tipo de definiciones juegan un rol preponderante la efectividad, la confianza y el creer en uno mismo. Nuestro arquero estuvo muy efectivo y los pateadores también. Así de simple”, explica el dueño de la dorsal 13, un número usualmente asociado con… ¡la mala suerte!
¡A bailar se ha dicho!El análisis de Abreu sobre el empate es simple. “Acá lo físico cuenta mucho y ellos tienen un exuberancia física importante. Además, toda la gente estaba su favor, y eso siempre es un plus. Pero nosotros supimos manejar esas situaciones. En el primer tiempo nos dominaron, en el segundo logramos entrar en el juego y se hizo un partido ida y vuelta, emocionante también en el tiempo extra. Lo dos pudimos ganarlo, así que fue un resultado justo”.
Sobre aquella última jugada del partido, el Loco confiesa que vivió el momento con “una tremenda sensación de angustia, porque después de tanto remarla, que se te escape en el minuto 120, cuando ya no tenés opción a nada, era muy difícil de digerir”.
En cuanto al penal decisivo, no es la primera vez que Abreu ejecuta una pena máxima así. “No siempre los pateo igual, sino en momentos especiales. Además, analicé al arquero, vi que se jugaba antes de que el rematador llegara a la pelota y tomando en cuenta que era un penal que significaba un pase a semifinales, intuí que era difícil que se fuera a quedar parado. Normalmente por la misma adrenalina se iba a inclinar para un lado. Lo tiré con confianza y gracias a Dios pudimos festejar”, explica con naturalidad.
Su entrenador Oscar Tabárez defendió la decisión del delantero. “Yo no diría que fue una locura, sino que fue un gol. Para mí eso es clase, categoría. Los que le critican no se atreverían a hacer algo igual”.
¿Y ahora qué, Abreu? “Uno no quiere caer para seguir con este sueño o esta realidad. Pero las imágenes que llegan de Uruguay te dicen que no estás haciendo algo normal ni común. Merecemos ser uno de los cuatro mejores pero, como decimos allá, ya estamos en el baile. Así que ahora queremos seguir bailando”.
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